Esta primavera he encontrado en el campo muchas orquídeas
como esta, el nombre científico es Ophrys
lutea. Ophrys proviene del griego
y significa “ceja”, en relación a los pelitos del labelo y lutea vienen del latín, que traducido es “amarillo”, haciendo
referencia al color del labelo. Forma parte del grupo de las llamadas “flores
de abeja”, concretamente es la flor
de abeja amarilla.
La flor, vista desde arriba, recuerda perfectamente al
abdomen de una abeja y esto no es casual, ya que la polinización depende de
ello. Y no sólo eso, además, esta forma de polinización es favorecida al
producir la fragancia de la hembra del insecto en celo, lo que hace que los
machos se acerquen a la flor. Cada especie de orquídeas de este grupo está
especializada en una especie de insecto y sólo pueden ser polinizadas por esa
especie. La flor de abeja amarilla es polinizada por Andrena cinerea y Andrena
senecionis.
Este proceso de polinización es muy complejo y debido a eso,
la tasa de fructificación es muy baja, está entre el 5 y el 7 %. La forma que
tiene de compensarlo es produciendo una
gran cantidad de semillas: cada flor puede llegar a producir unas 10.000
semillas, lo que hace que la especie se perpetúe.
A pesar de este elevado número de semillas, las
probabilidades de germinación son muy remotas, no tienen endosperma (reserva alimenticia) y además dependen de la existencia
en el lugar de un hongo simbionte que forme el micorrizoma. A pesar de todas estas trabas es una especie muy abundante y aunque tiene un pequeño tamaño, cuando está en flor es muy fácil observarlas.
Esta es una de esas especies que me hacen reflexionar en
cómo la evolución a lo largo de millones de años ha dado lugar a seres tan increíblemente
adaptados, que por otra parte son especialmente sensibles a una posible
extinción, puesto que dependen estrechamente de la supervivencia de otra
especie.
las orquídeas son todas maravillosas,cada vez que veo una por el campo mi sensación es similar a si viera un lince vaya.
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