sábado, 2 de febrero de 2013

Día Mundial de los Humedales, 2013

Como no podía faltar, este 2 de febrero se celebra en todo el mundo el Día Mundial de los Humedales. Este 2013 es además el Año Internacional de la Cooperación en la Esfera del Agua proclamado por las Naciones Unidas.
En este sentido, el lema elegido para la ocasión es  "Los Humedales y el manejo del agua". 

Os dejo el enlace a la web oficial de Ramsar sobre esta conmemoración, donde podéis descargar un folleto, una pegatina, el cartel del evento y la tradicional tira cómica sobre los humedales que todos los años elaboran para esta fecha. Ir al sito.

 ¡Feliz Día de los Humedales!

miércoles, 2 de enero de 2013

eurífagos

Hace algún tiempo explicaba el concepto de estenófago: aquellos organismos que tienen una dieta muy restringida, están muy especializados en cuanto a su forma de alimentarse. Como ejemplo más claro tenemos al lince ibérico, con una alimentación basada en la caza de conejos.

Ahora veremos el concepto opuesto: EURÍFAGOS O ESPECIES EURÍFAGAS

Son aquellas especies que pueden nutrirse de una variedad de alimentos muy amplia. Desde el punto de vista de la ecología, las especies eurífagas son poco selectivas y poco eficientes a la hora de alimentarse, por lo que son poco competitivas en los ecosistemas respecto a las especies estenófagas.

Por otra parte, los eurífagos tienen ventajas adaptativas en un ambiente fluctuante, donde el tipo, la cantidad y la calidad de los alimentos varía a lo largo del año, ya que esta capacidad les permite alimentarse de distintos productos alimenticios.

Como ejemplos de especies eurífagas podemos citar:

- Lagartija de Edwards (Psammodromus edwardsianus)
- Barbo (Barbus bocagei)
- Cachalote (Phyeseter macrocephalus)



Eurífago es un término muy similar a omnívoro. Omnívoros son los animales  capaces de nutrirse tanto de vegetales como de otros animales según las definiciones que encontramos en algunos diccionarios. Por ejemplo el ser humano, el oso pardo, el cerdo y algunos ratones. Omnívoro es por tanto un término más coloquial y eurífago es el témino científico.

Las especies moderadamente eurífagas se denominan polífagas, entre las que se encuentran las aves insectívoras (por ejemplo el chotacabras, el carbonero, el herrerillo, etc), que dicho sea de paso tienen una importantísima labor en el control de plagas en nuestros bosques y cultivos.
Os dejo este magnífico poster de aves insectívoras del Ministerio de Medio Ambiente, que me parece precioso.





domingo, 30 de diciembre de 2012

y en 2013...

Desde este blog quiero agraceder a todas aquellas personas que alguna vez han participando en él, el nuevo año seguiremos con nuestra labor de divulgación ambiental en favor de la biodiversidad.

Recordad que podeis seguir nuestros contenidos y mucho más a través de la página en facebook y en twitter @Lincesa_rg.

Para el 2013 os deseo mucha salud y mucha felicidad. Y que veamos muchos linces por nuestros espacios naturales.





domingo, 23 de diciembre de 2012

la reina del río



Desde tiempos ancestrales, siempre hemos visto la conducta de los animales desde un punto de vista quizá demasiado humano, antropocentrando su comportamiento en base a unos parámetros que no suelen salirse demasiado de los de nuestra propia especie. Esta manera de ver las cosas nos lleva a pensar, por ejemplo, que el guepardo mata a su presa en medio segundo rompiendo su columna cervical porque posee un alto grado de compasión que lo lleva a ejecutar a sus víctimas en un tiempo breve, que la hembra de culebra de herradura es la más fría de todas las madres porque abandona sus huevos nada más concluir la puesta, o que el joven pollo de rapaz diurna es de una cainista crueldad porque mata a su hermano menor más débil mientras su madre campea fuera del nido en busca de alimento.

Mucho se ha hablado ya sobre los imperativos que se encargan de escribir el guión del comportamiento de los animales, y a pesar de ello pocos mortales urbanos suelen tener en cuenta que la mayoría de los representantes de este reino basan su conducta en en unos parámetros mucho más cercanos a una conducta instintiva, es decir, genética, que a la puramente aprendida o incluso lúdica, pero esto no siempre es así a raja tabla, o al menos no de una forma tan matemática como nos gusta pensar a menudo. Los animales, como ya hemos dicho tantas veces en este blog, actúan por instinto, aunque también sabemos de sobra que existen excepciones que incitan a algunas especies zoológicas a actuar en base a sus sentimientos por encima de cualquier impulso genético que tengan escrito en su mente. Este pequeño preámbulo sólo pretende señalar que este tipo de comportamientos por puro placer, fuera del campo de los mandatos extrictamente genéticos, no es exclusivo de la especie humana. Cada especie animal es distinta, y no todos son completos robots.

Hace tiempo ya que descubrieron los científicos, y principalmente los etólogos, que una de las principales características que inducen a un animal a tener un comportamiento que nosotros catalogamos como humano, o sea, premeditando las acciones que va a realizar con algún tipo de intencionalidad o interés particular, como por ejemplo jugando sin ser una cría, volando por el simple hecho de entretenerse, usando herramientas para llevar a cabo algún fin o incluso practicando el sexo por puro placer fuera de la época de celo, es la inteligencia. Yo creo que nos sorprenderíamos si llegáramos a conocer cuán llega a ser la cota que alcanza el nivel intelectual de muchos de los animales a los que consideramos torpes desde el punto de vista de la razón.

Entre los animales más inteligentes que existen sobre la faz de la Tierra después del Homo sapiens, por citar algunos ejemplos, podemos encontrar a los incansables delfines, los pesados elefantes e incluso las juguetonas nutrias, protagonistas precisamente de esta página de nuestro cuaderno de campo. Y digo juguetonas porque si de entre todos los representantes de nuestra fauna ibérica tuviéramos que elegir uno solo para seleccionarlo como compañero de juegos de nuestros hijos, hasta el punto de que llegaría incluso a cansarlos, ese animal sería sin duda alguna la nutria paleártica. Sí, hemos leido la nutria, y no un cachorro de perro como podrían pensar muchas personas.

Muy perseguida desde hace muchos años por pescadores, peleteros y demás tipos de humanos de todo el mundo, nuestra nutria, mejor conocida como Lutra lutra en el argot científico, parece que ya no tiene más remedio que adaptarse a las cada vez más contaminadas y menos oxigenadas aguas de nuestras cuencas fluviales. Yo las he visto jugar con bolsas de plástico y latas de refresco mientras nadaban en las opacas aguas de nuestro "Río Grande", el Guadalquivir, una imagen por cierto particularmente graciosa para el humano poco familiarizado con esto a lo que llamamos conservación y quizá demasiado acostumbrado ya a los papelitos y las botellitas marrones que siempre dejamos por el suelo de cualquier área recreativa de cualesquiera de nuestros espacios naturales y que quizá vería esta imagen con los mismos ojos que yo puedo ver las amapolas en medio de un seco trigal amarillo a mediados del mes de junio, pero que desde el punto de vista de la Naturaleza que nos mantiene vivos no es más que un granito de arena más en ese desierto que estamos creando, una célula más en ese tumor maligno que hemos regalado a nuestro planeta y que cada año se expande a un ritmo más dinámico.

Aunque solo sea por lo bien que nos cae, por lo entretenido que llega a ser el mero hecho de verlas pescar o jugar entre ellas o por la gracia que hace a los niños su rechoncha nariz o su forma de andar, vamos a intentar cuidar nuestros ríos lo máximo que podamos para que nuestros hijos, los hijos de nuestros hijos y los hijos de los hijos de nuestros hijos puedan disfrutar al máximo no solo de la nutria que siempre ha estao en nuestros ríos, sino del resto de elementos tanto zoológicos como de otras índoles que dependen de ella y de las propias cuencas fluviales y así consigamos que la base del mundo que sostiene nuestra vida, que es la Naturaleza, siga funcionando a un ritmo que permita a esos hijos de los hijos de nuestros hijos morir de viejos y no de asma, de cáncer o de cualquiera de esas enfermedades modernas propias de los entornos desarrollados y castigados por la mala gestión de nuestros recursos.

viernes, 23 de noviembre de 2012

nuestro patrimonio más valioso



Las recientes lluvias de los últimos días han hecho cambiar tanto el paisaje que todavía hoy me sorprendo cuando me asomo a alguna zona que hace poco más de un mes tenía un aspecto que poco se parece al actual. Un delicado manto verde inunda desde hace unas semanas el oscuro tapiz de la gran sierra septentrional de Andalucía, aclarando su piel hasta un nivel que en muchas zonas bien podría parecerse a ese claro y brillante verdor de las sierras del norte de nuestro país.

Bien entretenido estaba yo fotografiando estos cambios paisajísticos con el teléfono móvil para enviarle la imagen a un amigo a través de uno de estos modernos programas de chat que usamos hoy día casi todos los habitantes de la urbe para que viera lo bonito que estaba el paisaje estos días en esta parte de la sierra, cuando justo al girarme para volver sobre mis pasos y llegar hasta donde tenía el coche me encuentro con este fantasma, cara a cara, a tan poca distancia de mis incrédulos ojos que tuve incluso que dar un par de pasos hacia atrás y recoger el teleobjetivo que colgaba de mi hombro hasta los 150 mm de distancia focal para poder conseguir una fugaz foto de su figura sin que ninguna parte de su cuerpo se me saliera fuera del encuadre.

Algo buscaba nuestro amigo, su conducta dejaba entrever su escasa prisa; su atención, aparentemente pasiva, estaba tan sumida en su propósito que apenas me dedicó una efímera y despreocupada mirada de reconocimiento interespecífico. Ni corto ni perezoso se levantó, se acercó todavía más a mí, atravesó la valla por debajo y siguió su campeo lentamente con el orgullo que corresponde al que es probablemente el más perfecto de todos los matadores solitarios del Paleártico.

Así, queridos seguidores de mi cuaderno de campo, es como me he topado yo con este bello animal, al margen de la opinión que pueda tener quien piense que la simple realización de una mera foto lleva siempre necesariamente implícita la correspondiente molestia al animal protagonista de dicha imagen. Digo esto porque he oido a mucha gente criticar a los fotógrafos linceros (incluido un servidor) y después los he visto hacer cosas en el campo que ya quisiera para sí el más hipócrita de los ecologistas de salón. Desde luego, si hubiera que presentar un video de los hechos como prueba junto a cada acusación que se hace, pocos envidiosos iban a tener la valentía de tirar esa primera piedra de la que tanto se suele hablar.

Bien está que el lince lo disfruten los naturalistas profesionales que trabajan con él (en la mayoría de los casos con resultados positivos), bien está que el lince los disfruten los paseantes y senderistas que de forma fortuita se crucen con él en alguna de sus caminatas de domingo bañado por el sol, bien está que disfrute del lince su propia madre cuando éste todavía no ha alcanzado la edad propia de la emancipación, bien está que lo disfruten incluso los monteros cuando arma en mano se disponen a patear la sierra en busca de algún ungulado que les alegre el día... pero también está bien, pienso yo, que unos pocos que respetamos al gran gato (y todos los que hemos compartido esos lugares que todos los linceros conocemos sabemos o creemos saber de qué pie cojea cada observador) disfrutemos también de su presencia y sus observaciones con el respeto que siempre le hemos tenido. Quien realmente conoce al lince sabe que una persona que permanece estática como una gárgola durante todo el día en uno de esos lugares públicos difícilmente va a provocar molestias a nuestro querido protagonista, pero otra cosa bien distinta es actuar de cualquier manera que sea claramente intrusiva sin dejarles vivir su vida, persiguiendo una asquerosa foto como único fin.

Al lince hay que protegerlo, y pienso yo que una de las muchas formas que existen para hacerlo es, por ejemplo, publicando imágenes suyas y haciendo a la vez de divulgador científico de los beneficios que aporta esta especie en el equilibrio de nuestra biodiversidad. No hay mejor forma de fomentar el amor a la Naturaleza que actuar como comunicadores de nuestro patrimonio natural. Como ya dije en otra ocasión, escribir es fácil si se tienen ganas y tambien si se conoce bien el tema sobre el que se está escribiendo, y bien sabe quien me conoce y me lee que es precisamente eso lo que yo intento, aunque a veces no llegue a conseguir que el número de lectores sea demasiado alto. Sinceramente, con que alguien capte el mensaje de lo que intento transmitir y cambie de alguna manera su conducta en pro de una mejor conservación de nuestra Naturaleza, yo me doy más que por satisfecho. Sólo en esos casos merecen la pena tanto el tiempo como el dinero que se me van en esto, que bien podría invertir en descansar en el brasero de mi casa leyendo un buen libro, o bien en salir los sábados por la noche para encontrar esa novia que todos los esclavos de las costumbres impuestas por la cultura humana me aconsejan para "quitarme los pájaros que tengo en la cabeza", pero que sin embargo invierto en algo que no me da de comer, pero sí que me da ganas de comer, y eso creo que es importante. Y si encima consigo que algunos miren al campo con mejores ojos, mejor.

Quizá sea cierto que hoy día hay más gente en el campo observando linces "por culpa", como dicen, de las innumerables publicaciones que se hacen en todos los medios disponibles, sobre todo en internet (lo cual, en principio, no tiene por qué tener consecuencias tan dramáticas), pero en cambio creo que también hay más amantes de nuestros gatos gracias a esas publicaciones de las que hablamos tanto en un sitio como en otro. Precisamente, uno de los atractivos con que el Parque Natural de la Sierra de Andújar, el Parque Natural de las Sierras de Cardeña y Montoro y el Parque Nacional de Doñana se venden a sí mismos es el lince ibérico, así que vamos a observarlo mientras lo podamos hacer de alguna forma inocua y legal, pero con el respeto que se merece. En general, y hablo en términos estrictamente estadísticos, creo que no nos portamos tan mal en el campo; otra cosa son los coleccionistas de fotos que se hacen llamar naturalistas, una minoría por cierto, pero suficientes para manchar la reputación del más respetuoso de los amantes reales de la Naturaleza.

Por otro lado, y cambiando ya de tercio, los más puristas de la fotografía de naturaleza reiterarán una y otra vez, y además con toda su razón, que esa valla algo difusa de la imagen, tan odiada como inoportuna cuando no la queremos en las fotos, no es precisamente uno de esos elementos que se vayan a encargar de realzar la fuerza de la imagen, si es que esta imagen puede tener fuerza, pero yo creo que el momento vivido vale más que cualquier mero montón de píxeles.

Pongo la imagen en vuestras manos para que me digáis (no seáis malos, jeje) si la valla es algo que destroza la imagen o si por el contrario podemos considerarlo como algo propio desde hace ya unos años en la mayoría de los territorios de nuestros grandes gatos. Pongo en vuestras manos también el texto, para que reflexionemos sobre los riesgos que puede tener y de hecho tiene actualmente el turismo verde, y para que también, en base a lo explicado, sepamos elegir mejor el color de la ropa que nos ponemos y el volumen de voz que usamos con vuestros semejantes cada vez que paseamos por algún espacio natural protegido en cualquier tarde de domingo, porque si es cierto que en la mayoría de los casos el paseante lleva la mejor intención del mundo en ese entorno que desea visitar, también hay que tener en cuenta que muchas veces, sin quererlo, podemos causar alguna pequeña molestia a la fauna, que con unas mínimas nociones sobre comportamiento y educación ambiental podríamos evitar fácilmente.

De esta forma, cuando volvamos de nuestras jornadas de observación, de fotografía o de paseo, quizá lo hagamos con más y mejores imágenes en nuestro archivo o en nuestra retina, que también podremos utilizar o no como embajadoras de nuestro gran gato cerval, y tanto los agentes de la autoridad como los guardas estarán más conformes con nuestra conducta.

viernes, 2 de noviembre de 2012

la mansión del gran monje




Hace ya bastantes horas que aprieta el sol en uno de los muchos bosques mediterráneos que nutren de oxígeno el todavía impoluto aire del norte de Extremadura, para muchos el paraíso de las aves en España, cuando un adulto de buitre negro extiende una de sus grandes alas para intentar proteger a su único pollo del tórrido sol estival que impera ya desde hace muchas semanas en lo alto del nido en pleno mes de julio.

El buitre negro, que con sus casi tres metros de envergadura ostenta orgulloso el título y el honor de ser ave más grande de Europa y una de las especies orníticas más voluminosas y pesadas del mundo, poco a poco va abriéndose hueco en nuestras no demasiado grandes extensiones forestales, subiendo lentamente su demografía a un ritmo que suaviza desde hace ya algún tiempo la preocupación de ornitólogos y conservacionistas, pero que aun así nos recuerda que aun no podemos bajar la guardia, al menos de momento.

Catalogado desde el año 2008 como “Casi Amenazado” según la Categoría Mundial IUCN, y como “Vulnerable” en la Categoría España IUCN en 2004, a nivel mundial la población de buitres negros se puede mantener, pero si hablamos sólo de España la situación es menos favorable, de hecho esta especie estuvo en grave riesgo de írsenos de las manos hace ya algunas décadas. Concretamente en los años 70 contábamos con sólo unas 200 parejas, frente a las cerca de 2440 que se estiman actualmente en base a los datos obtenidos en el Censo Nacional desarrollado por SEO/BirdLife en el año 2006.

El uso de venenos no selectivos (como ya se dijo en otro artículo) y las malas prácticas de los coleccionistas de huevos (por suerte ya casi extintos) han influido mucho en la situación que ha sufrido durante años esta especie, muy fácil de confundir a simple vista con la figura de su poco más pequeño hermano, el buitre leonado.

Después de una larga y calurosa sesión, me atrevería a decir incluso que aburrida (ya que la fenología reproductiva del buitre negro es una de las "digestiones reproductivas" más pesadas de nuestras latitudes y, estadísticamente hablando, en un solo día no suele pasar nada que sea realmente interesante desde el punto de vista de la dinámica fotográfica), del madrugón padre y de un viaje en coche de 5 horas hasta llegar a casa de madrugada mas el precio del respectivo combustible de la ida y de la vuelta (10 horitas a 2700 rpm), de la comida y en definitiva de todo lo relacionado con la realización de la foto, que dicho sea de paso salió de mi bolsillo, uno se acuesta tranquilo (tarde, pero tranquilo) con la convicción de que el viaje para ver a esta gran joya de nuestra fauna ha merecido la pena. A decir verdad, siempre merecen la pena los kilómetros, el dinero invertido y el esfuerzo en general, aunque no se hagan fotos a la primera (que suele ser lo habitual), ya que siempre se aprende algo y se viven cosas imposibles de plasmar en una imagen o en las letras manuscritas de un cuaderno de campo.

lunes, 8 de octubre de 2012

el fantasma de sierra morena


Llevo un tiempo ya detrás del lince. No es fácil verlo de cerca, y mucho menos fotografiarlo en condiciones. Es un fantasma. Cuando lo ves, sabes que estás viendo un fantasma. El fantasma de Sierra Morena, de hecho. Alguien me ha dicho hace poco que al lince no se le ve, al lince se le intuye. Será por eso que es un fantasma. Llevo varias horas acurrucado entre los matorrales y estoy entumecido; esta mañana hacía frío, después vino el calor y el veranillo del membrillo, y ahora vuelve a bajar la temperatura. No sé si para desperezarme un poco o por esa intuición de la que hablábamos, pero me pongo en pie, me doy la vuelta para revisar el paisaje y allí está. Con toda la tranquilidad del mundo, detiene su marcha lo justo para mirarme largamente durante unos segundos. Pero aparte de aprendiz de naturalista, a veces intento ser fotógrafo. Levanto la cámara como puedo con el trípode colgando debajo (recordemos que estaba sentado y me levanté) y le tiro 4 fotos. Y como si yo no fuera más preocupación para él que la remota posibilidad de que le espantara a su conejo nuestro de cada día, deja de mirarme y se pierde lentamente, pasito a pasito, en lo más profundo de la sierra. El resultado, este fugaz cruce de miradas detenido en el tiempo.

sábado, 29 de septiembre de 2012

el enigma de los cipreses


Esta imagen, originada tras el incendio que este verano arrasó el municipio de Andilla (Valencia), se ha convertido en el punto de mira de muchos científicos de diversos países.
Es una imagen peculiar: una superficie de árboles verdes rodeada de una gran extensión ennegrecida por el fuego.

¿qué es esa zona verde?

Se trata de una parcela experimental en la que hace más de 20 años se plantaron cerca de 1.000 cipreses dentro del proyecto europeo CypFire, para probar la tolerancia de estos árboles a las heladas, la sequía, la producción de madera y polen y su resistencia a los incendios forestales.

La zona calcinada estaba compuesta por bosque mediterráneo formado por pinos, encinas, enebros, sabinas,... En cambio, los cipreses han permanecido intactos, algunos sólo se han deshidratado sin llegar a quemarse.

¿qué supone este comportamiento de los cipreses?

El debate está abierto, el ciprés se ha convertido en un nuevo objeto de estudio como posible aliado en la lucha contra el fuego en nuestros bosques, pero aún no se sabe muy bien qué es lo que ha ocurrido. Se sabe que los cipreses están adaptados a climas mediterráneos, que aprovechan muy bien el agua y que son menos inflamables y combustibles que otras especies, pero ¿cómo es posible que no hayan ardido cuando los alrededores han quedado arrasados por el fuego?


¿qué sabemos de los cipreses?

Pertenecen al género Cupressus, familia de las cupresáceas y existen varias especies. Son árboles muy longevos, pueden llegar a vivir más de 500 años y alcanzar una elevada altura. Y en nuestra cultura, los cipreses están vinculados a los cementerios.


Un poco de mitología...

Tanto en la mitología griega como romana, el ciprés estaba consagrado a los dioses de los infiernos, Hades y Plutón respectivamente.  

El nombre de ciprés puede deberse a la mitología griega: 
Según el mito, Apolo regaló a Cipariso una jabalina para cazar, pero por error el muchacho mató a su ciervo domesticado, un hermoso animal con astas de oro y guirnaldas de piedras preciosas. Tanto fue su duelo y dolor que pidió al dios Apolo que le permitiera llorarlo para siempre. El dios aceptó su súplica y lo convirtió en ciprés, árbol relacionado con el duelo y el dolor por los seres queridos.

                                                           Cipariso, óleo de Jacopo Vignali.
  
Reflexión final...

Este experimento abre la posibilidad de utilizar los cipreses como barreras naturales frente al fuego, por ejemplo en los alrededores de viviendas, granjas o carreteras, pero plantar cipreses en bosques mediterráneos supone introducir una especie no autóctona, que como ya sabemos tiene consecuencias. La hojarasca de los cipreses acidifica el suelo, lo que puede suponer un impedimento para que otras especies puedan desarrollarse.

Habrá que realizar una investigación más profunda sobre esta cuestión, estudiar los pros y los contras, pero no podemos olvidar que la mejor manera de proteger nuestros bosques es la prevención de incendios, y en el caso de que se produzcan, actuar con rapidez y eficacia para evitar el desastre.

viernes, 24 de agosto de 2012

un insecto con cara alienígena


La mantis religiosa es un insecto curioso, siempre me ha llamado la atención, principalmente por su aspecto. No es un animal que se pueda considerar entre los más bellos precisamente, bueno, aquí también depende del gusto de cada uno, la belleza siempre es relativa. Se camufla perfectamente entre la vegetación, por lo que no es fácil verla.

Su cabeza, que puede girar hasta 180º,  me recuerda a los extraterrestres que aparecen en muchas películas. Creo que este animal ha servido de inspiración para diseñar esos personajes llegados a la Tierra desde planetas lejanos. A pesar de su aspecto, un poco diabólico quizás, no es un animal venenoso ni peligroso para el ser humano, sino todo lo contrario.

También es conocida como santateresa. Su nombre se debe a la posición del animal cuando acecha a una presa, pues parece que estuviera rezando para que no se escapara. En otros lugares recibe nombres populares con connotación negativa, como caballito del diablo.



Su biología y su forma de alimentarse es bastante peculiar. Le gusta comer de todo tipo de insectos, de ahí que sea un buen aliado de los agricultores, pero la particularidad es que se los come vivos. Podría parecer una crueldad dicho de esta manera, ya que por lo general la mayoría de animales que cazan otros animales primero los matan y luego se los comen.

Pero sin duda alguna, si por algo es conocido este insecto es por su forma de reproducirse. Las hembras suelen comerse a los machos durante o después del apareamiento, como puede verse en este video:



Para terminar este texto, sólo me queda decir que cuando veas a estos animalitos en el campo, no los mates sólo porque te parezcan feos o peligrosos, pues no te harán ningún daño, solamente cumplirán con su función ecológica y serás  beneficiado, ya que se alimenta de otros insectos que en ocasiones pueden ser molestos, como por ejemplo las moscas.

lunes, 20 de agosto de 2012

cuando el verde cede el paso al luto


Los datos a día de hoy son lamentables, en España se han quemado cerca de 140.000 hectáreas de superficie forestal  en lo que llevamos de 2012. Es el peor año  de la última década, esta superficie es más del triple de la del 2011.

El fuego ha arrasado zonas de alto valor ecológico a lo largo y ancho de nuestro país, tanto en la península como en las islas. Y lo peor de todo es saber que todos o casi todos estos incendios han sido provocados de forma intencionada o por acciones negligentes e irresponsables, es decir, que se podrían haber evitado. 

El paisaje que deja un incendio forestal es desolador, tardarán años, incluso varias décadas en recuperarse esos terrenos, eso sí, con una buena gestión de los mismos.

Ha sido un año muy seco y estamos viviendo días de mucho calor, esto favorece que el fuego se propague muy rápidamente y arrase con toda la vida que encuentra en su camino. El color verde, el color de la vida, cede el paso al luto.



Los incendios forestales suponen una serie de consecuencias:
  •  Muerte de gran cantidad de animales, especialmente aquellos que no tienen una alta capacidad de desplazamiento o que se ven rodeados por las llamas sin poder escapar. Además, se pierde el hogar de estos animales, los que han escapado deberán buscar otro refugio y otra fuente de alimentación.
  • Muerte de todo tipo de vegetación, todos los estratos son calcinados.
  • Aumentará la erosión cuando aparezcan las lluvias, ya que la vegetación no podrá ejercer de colchón para el impacto de las gotas de agua. Lo que provocará a su vez, la eliminación de la capa superficial del suelo, la capa fértil, limitando el asentamiento de nueva vegetación.
  • Contaminación atmosférica: una gran liberación de CO2 y otros gases contaminantes durante el incendio, pero también dejarán de ser un sumidero de estos gases, al eliminarse la vegetación.
  • Contaminación de las aguas: la lluvia arrastrará las partículas calcinadas y la tierra hacia los cursos fluviales.
  • Pérdidas económicas: se perderán todos los aprovechamientos sostenibles que se venían haciendo en ese lugar, como pueden ser la apicultura, ganadería,  la recolección de corcho, piñas, setas, etc, etc. Se perderán también ingresos por turismo activo o de naturaleza: senderistas, aficionados a la ornitología, deportistas,…

Las administraciones públicas deberían ocuparse y preocuparse de poner todos los medios a su alcance para evitar que se produzcan los incendios forestales: más vigilancia en los montes, más labores de prevención, más pastoreo controlado, y más rapidez para controlar el incendio. No se puede  escatimar en recursos que protejan la vida de nuestros espacios naturales.
Como ya he defendido en otras ocasiones, este tipo de actos, deberían ser considerados como terrorismo ambiental.