lunes, 30 de abril de 2012

peonía, la "rosa maldita"



Esta bonita flor se conoce como Peonía, pero recibe otros nombres comunes según el lugar geográfico. 

Las flores, frutos y semillas son tóxicos y de ahí que también sean conocidas como “rosas malditas”. A pesar de su toxicidad tiene aplicaciones medicinales, se ha utilizado como antiespasmódico y sedante, antiguamente se usaba para tratar la epilepsia, pero se dejó de aplicar debido al riesgo que suponía.


Se trata de un endemismo de la península ibérica de la familia de las Peoniáceas.  Pertenece al género Paeonia, según la mitología griega en honor a Paeón, médico de los dioses del Olimpo. Parece ser que Paeón curó a Plutón y a otros dioses las heridas que recibieron en la guerra de Troya y para agradecérselo, Plutón convirtió a Paeón en esta preciosa flor.


Podemos encontrarla formando parte del estrato herbáceo en los encinares y alcornocales, dando este bellísimo colorido al paisaje junto con otras flores que aparecen en primavera.


Dedicado a David.

domingo, 29 de abril de 2012

SOS veneno



Imaginaos por un momento un gran bosque. Un eterno ecosistema tan amplio que es capaz de albergar tal variedad de especies animales y vegetales que ninguna fábula descrita hasta el momento sería capaz de igualar. Aparentemente todos conviven mutuamente, y todos se necesitan y se ayudan aunque sea indirectamente y sin saberlo. El conejo necesita de esa hierba que lo nutre diariamente; el zorro, por otro lado, siempre busca al conejo para poder alimentar su cuerpo de depredador; y el águila imperial ibérica, superdepredador porque se alimenta de otros depredadores, a su vez precisa de la carne del zorro para poder cebar a sus pollos; pero es que cuando muera la reina de las águilas, los buitres, que son los sepultureros del campo, serán los encargados de limpiar el campo de la carroña de nuestra escasa imperial. La misma Naturaleza, ella solita y sin la ayuda de nadie, se va gestionando automáticamente sus propios recursos en función de la disponibilidad de alimento.

De esta forma nunca van a sobrar depredadores, porque ellos crían más lentamente, y a la vez jamás faltarán las presas, puesto que estas, aunque acaben en su gran mayoría dentro de las fauces de sus principales depredadores, son mucho más prolíficas que estos enemigos naturales que las presionan. Este es el secreto que nuestra madre Naturaleza ha estado usando durante millones y millones de años de evolución para mantener el equilibrio ecológico que siempre ha caracterizado a esos ecosistemas que nunca han sido modificados por la mano del hombre.

Un buen (o mal) día, un amante de ese “arte” al cual venimos en llamar “caza”, descubre este paraíso, y decide que este es un buen lugar para pasar sus fines de semana cazando conejos, debido a su abundancia. Pero este hombre, viejo ya, de esos catalogados como grandes conocedores (pero no observadores) de la fauna salvaje (cinegética), considera que en ese lugar hay demasiados zorros, y como menos zorros es sinónimo de más conejos para cazar, no tiene otra ocurrencia más rápida y barata que dedicarse a repartir por todo el campo unos pequeños trozos de hígado rellenos con un poco de esticnina, uno de los más crueles, eficaces y potentes venenos que jamás se hayan creado.

Como es “natural”, caen en la trampa los pretendidos zorros, y a su vez todos los depredadores y consumidores de carne de este gran bosque. Automáticamente, todos los carroñeros que habitan en las inmediaciones y que comen los cadáveres de estos seres envenenados también caen en el agujero de la esticnina. Es el principio del fin, la epidemia que poco a poco, inexorablemente, matará desde dentro a todos los carnívoros de nuestro edén, víctimas de un asesino implacable, quizá accidental e inconsciente, que no ha sabido mantener sus propios recursos.

Al bajar el número de los carnívoros que han ingerido este veneno, sube el de los conejos, justo lo que pretendía esta sabia (y no por vieja) persona, que no contaba con un pequeño detallito: al morir la mayoría de los zorros, caen también sus enemigos naturales, carnívoros como él, que eran los encargados de controlar su población. Algunos de ellos comieron veneno directamente, y otros simplemente se alimentaron de los zorros muertos por el veneno. A partir de este momento ya no hay casi nadie que ponga freno a la proliferación de los pocos zorros que quedaron.

Este depredador, sumamente inteligente porque aparte de gestionar la caza de sus presas también tiene que pensar más que otros depredadores para hallar la forma de huir de sus propios enemigos, tal como acabamos de ver se encuentra de pronto con una subida repentina en el número de sus presas y un descenso en el número de sus enemigos. Resultado: los pocos zorros que han quedado después de la aplicación de este veneno suben su número de una forma vertiginosa.

Esto no es una historia inventada, sino algo que ha pasado ya muchas veces en unos cuantos lugares. Una vez más, caemos en la cuenta de lo poco útil que resulta a veces el ser humano para la Naturaleza, y cómo una intención mal estudiada puede desembocar precisamente en el efecto contrario que se pretendía desde un primer momento.

A partir de ahora los cazadores pensarán que digo tonterías, y los amantes de la fauna dirán que tengo razón. En cualquier caso las estadísticas están ahí y son las únicas que realmente son capaces de hablar por sí mismas. Sentarse en una piedra y mirar el campo con un cuaderno de campo y unos prismáticos es fácil si se tienen ganas.

Si ves cebo o un animal envenenado en el campo, no lo toques y llama.
S.O.S. veneno: 900 713 182.

Texto basado en el capítulo "Tití, mi mejor amigo", de la serie de Félix Rodríguez de la Fuente "La aventura de la vida", emitido el día 21 de mayo de 1974 en Radio Nacional de España.

lunes, 23 de abril de 2012

¿un hombre desnudo?


La naturaleza es sorprendente y fascinante, existen especies tan peculiares como esta que hoy os presento. Es una orquídea, Orchis italica, también conocida como la Orquídea del hombre desnudo. 

Es una planta pequeña, que pasa desapercibida entre los matorrales por aquellos que no la conocen, pero que una vez descubierta provoca la necesidad de saber más sobre ella.
Es curioso cómo al decir el nombre común de esta especie todo el mundo se pregunta el por qué de dicho nombre. Basta con decirles que se acerquen y observen las flores.

Esta preciosa orquídea es una inflorescencia en forma de espiga que crece a partir de dos tubérculos subterráneos (de forma ovoide). Al observar las flores detenidamente, vemos que verdaderamente tienen forma de hombrecillo desnudo. Las flores son de color rosado o lila.



Este individuo se encontraba en el Parque Natural de Sierra de Hornachuelos, pero tiene una amplia distribución en la zona mediterránea.

lunes, 9 de abril de 2012

Nadie es mejor por ser más grande

Aphanius baeticus es el nombre científico del salinete, un pez muy pequeño, endémico de Andalucía. La destrucción de sus hábitat (arroyos), la contaminación del agua y la presencia de especies exóticas en los cauces son las grandes amenazas para esta especie y para otras que comparten hábitat.

En nuestra tierra no existen de forma natural grandes peces, ya que no existen grandes lagos ni grandes ríos como en otras partes del mundo, donde los peces llegan a tener un gran tamaño. Todas esas especies de gran tamaño que se encuentran en los embalses han sido introducidas por la mano de ser humano para poder practicar la pesca. Y como podemos imaginar, acaban con las especies pequeñas autóctonas, que llevan viviendo en nuestros ríos millones de años.

En pocas ocasiones he escrito sobre la fauna piscícola en este blog, por eso quiero aprovechar el siguiente video y prestarle atención a las comunidades de peces autóctonos, que aunque son muy pequeños, son muy importantes para mantener en buen estado los ecosistemas donde viven. Y llegados a este punto me quedo con una frase de la serie "David, el Gnomo": "Nadie es mejor por ser más grande".

Viva nuestra biodiversidad andaluza.


miércoles, 4 de abril de 2012

volverán las oscuras golondrinas...


Son grandes viajeras, recorren medio mundo todos los años y cuando las vemos por nuestras latitudes nos indican que ha llegado la primavera.  Es fascinante que un animalito tan pequeño sea capaz de hacer unos desplazamientos tan largos. Me estoy refiriendo a las golondrinas, unas aves que se reconocen fácilmente  por su dorso oscuro con reflejos azulados, vientre blanquecino, frente y babero rojizo, collar negro  y cola ahorquillada. Normalmente las podemos ver en el campo, no confundir con los aviones, una especie muy similar que pertenece también a la familia de las golondrinas pero es muy frecuente encontrarla en los núcleos urbanos.



Me llama mucho la atención su manera de construir los nidos, son grandes arquitectos que con sólo barro y ramitas, son capaces de crear una confortable cunita para los polluelos, en los aleros de los tejados, a salvo de depredadores como pueden ser los gatos. Son insecticidas naturales, por lo que tener a estos animales cerca es beneficioso para el ser humano. Si ves un nido de golondrina o de avión no lo destruyas, al menos hasta que no haya terminado la época de cría. Si no te gusta tener nidos de estas aves en tu balcón o en tu tejado, una vez que los polluelos hayan abandonado el nido, puedes modificar el alero de tu tejado para que el año próximo no vuelvan a construir su nido en tu casa, ya buscarán otro lugar más apropiado.


Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres…
ésas… ¡no volverán!

Fragmento de la Rima LIII
Gustavo Adolfo Bécquer.